1000 cuentos que nunca te conte...

martes, 21 de agosto de 2012

La madrastra ha perdido su espejo.


Guille Sacacorchos era un niño que vivia con su familia y su perro Doblón. Vivía con sus padres, el señor y la señora Sacacorchos en el número 99 de la calle del Pez Rojo y como los niños de su edad, todas las mañanas, lloviese o hiciera sol caminaba por el lado derecho de la calle camino del Colegio del Gusanillo.

Muchas mañanas su madre Piluca le acompañaba la mitad del camino para luego irse a la compra en el mercado del final de la calle, pero aquella mañana Piluca se había tenido que quedar con su hermana pequeña Nita Sacacorchos pues estaba con fiebre teniéndo que dejarle solo todo el camino.

El sol de primavera brillaba en lo mas alto, la mañana tenía pinta de ser de lo mas calurosa pues el verano y el final del cole estaba cerca. Aun quedaba una media hora para que empezasen las clases por lo que iba tranquilo por la calle y justo en el punto en el que se despedía siempre de su madre oyo que alguien le hablaba.
-¡Eh! -
Guille se paró y miro a su alrededor sin ver a nadie.
-¡Chico! - Volvio a oirse la voz - Tu, el de la camiseta blanca.
Guille se miro a si mismo y se dio cuenta que se referian a el por lo que volvio a dirigir su mirada a su alrededor, no vio nada hasta que sus ojos se toparon con una figura que estaba agazapada entre los cubos de basura.
-¿Quien eres? - Preguntó.
Entonces la figura se hizo visible y brillante a la luz del sol. Guille no podia creerse lo que estaba viendo.
- ¿Es que no me reconoces? - Preguntó con cierto aire de indignación -
Guille asintió. No podia creerse que delante de ella... tuviese... a ...
¡¡¡¡¡¡LA MADRASTRA DE BLACANIEVES!!!!!!!

¿Se te ha comido la lengua el gato? - volvio a preguntarle poniendose a su altura
Yo... - Guille no sabia que decir, generalmente esos cuentos le parecían mas propios de su hermana pequeña pero... Era igualita al libro que leyo con ella la otra noche.
Eres la madrastra de Blancanieves - Consiguio decir tragando saliva -
Muy bien pequeño - Respondio esta sonriendo - Ahora debes ayudarme
¿Yo? - Se sorprendió Guille - Tengo que ir al colegio.
Te prometo que llegarás a tiempo - Asintió esta volviendo a ponerse de pie y riendo a carcajada limpia.
¿En que te puedo ayudar?
Necesito que encuentres mi espejo - Respondio la madrastra -
¿Yo? - Pregunto Guille asombrado - ¿Por que yo?
¿Por que yo, por que yo? - Se burlo la madrastra perdiendo la paciencia. - ¿Es que acaso quieres que te convierta en un lindo ratoncito? Esos gatos seguro que estarían muy contentos.
Guille miró un par de gatos que estaban en un rincon mirandoles y relamiendose. Miro de nuevo a la madrastra y su vestido azul cada vez mas resplandeciente. Asintió
¿Donde lo vio por ultima vez? - Le preguntó ya sin esperanzas de llegar a tiempo al colegio.
La malvada madrastra suavizó su rostro y señaló un arbol hueco que había unos metros mas allá.
Esta ahi dentro, se me coló dentro escapandose de mi por no querer reflejar mi ilustre belleza - Se lamentó -
Belleza... - Pensó Guille para si
Lo necesito para volver a mi castillo. Por favor, cogelo del arbol, yo no puedo, es demasiado pequeño para mi. Pero antes deberás quitarselo al tejón
- ¿El tejon? - Preguntó Guille -
Ve y lo veras - Respondio la madrastra -
Guille se encaminó al arbol y metió la mano. Efectivamente algo parecido a un espejo estaba en su interior pero no lograba cogerlo. Casi lo tenía hasta que...
¡Ay! - Algo le habia pinchado
Saco la mano y se levantó enfadadisimo. No haria caso ni de tejones ni de malvadas madrastras ni nada.
Guillermo - Se oyo la voz de la madrastra en su cabeza. La miró y vio que tenia su dedo apuntandole.
Volvió a meter la mano y por fin saco el dichoso espejo. Se lo devolvió a su dueña.
Gracias Guille - Respondió esta con una sonrisa - Toma un regalo para que te acuerdes de mi.
Era una manzana.
Ve al colegio, es la hora - Le dijo despidiendose -
Guille se volvio, iba a reemprender su marcha cuando oyo un ruido a su espalda, se volvio y la malvada madrastra ya no estaba. Se encamino al colegio con la manzana en la mano y le iba a pegar un mordisco ajeno al veneno que llevaba en su interior cuando uno de los gatos salto sobre el y le hizo tirarla.
- Gato asqueroso - Dijo entre dientes.
Guille llego a tiempo al colegio y pasó el resto del día y a partir de ese momento se dio cuenta que el ir a clase podría ser tambien una aventura. Nunca se sabía.


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